ESTADO MENTAL

Mi estado mental,
Es un trasatlántico,
multiplicado por;
dos pezones,
dos ovarios,
Veinte dedos,
Un corazón,
Tres mil espinas,
Novecientas arterías,
Seis litros de sangre roja,
Una vagina,
Un largo intestino delgado,
que no segrega lactasa.
Ochocientos poemas de amor,
Y otros cuantos de desamor,
Una tragedia de Sófocles,
Un pensamiento de Platón,
Una comedía de Moliere,
Cuatro mil personajes,
La mezcla de 20 heroínas,
Una Antígona que se enfrenta a la tiranía,
Una Ofelia que se suicida por amor,
Una danza diaria,
Una hipersensibilidad desconcertante,
Una forma de tombé amoreuse,
Veinte huracanes de enfado,
Un cielo de estrellas,
Una tormenta arrolladora,
Pero una calma dulce,
Ninguna infidelidad,
Pero sí 50 gritos en el cielo,
Una bulería de sintonía diaria,
Cuatro mujeres que me habitan,
Cinco mil sentimientos en un segundo,
Mucha luz fluida,
Una arquitectura efímera,
Cien sonrisas diarias,
Cuatro euros en la cartera,
Una melena sin peinar,
Dos ojos abiertos,
Una boca curiosa,
Y una virtud,
O un defecto,
Ir con el corazón desnudo a todas partes.
Todo esto contenido,
En un cactus,
Que tiene espinas deliciosas,
Y a veces le nacen flores.                                                                      

María MartÍn Muñoz

FRÁGIL

Queremos ser auténticos,
Sin caer en lo frágil.

La creatividad azul,
En la que ansias La Luz.

El invierno quiere ser,
Telaraña antigua.
En el tiempo roto,
El nacimiento de la piel.

¡NO CENSURA!
¡NO CENSURA!

Cósmica luz,
Cósmico invierno,
Roto y frágil,
Mi foro interno
Pero auténtico.

María Martín Muñoz

PARTIR

Sentir una línea que atraviesa mi cuerpo,
Dividiéndolo en dos,
En dos sentimientos,
En dos sensaciones,
En dos mitades.
Una mitad queda en mi tierra, otra llega aquí.
Mi ser izquierdo se arrastra hacia el sur,
Mi ser derecho se lanza hacia el norte.
Se sienten desunidos.
A veces siento que van a explosionar en dos mitades.
Estas dos mitades que se aman la una a la otra,
Pero que se odian cuando sienten las contradicciones.
Mi mente le ordena a mi cuerpo,
Quiere que se acostumbre al gris,
A la ropa no tendida, al olor,
A la no comida, al montar en metro,
Al caminar mojado, a la multitud de gente,
A pasar desapercibida, a la ciudad de la esperanza.
Mi cuerpo camina desordenado,
Sin saber cómo camina,
Pareciendo que no siente.
Pero cuando se para,
Cuando no quiere caminar más,
Su estómago le habla,
Su riñón le susurra,
Su ombligo le grita y sus pulmones no respiran.
No reconocen este aire.
Su ser entra en melancolía.
Mis dedos se sienten perdidos,
Las risas que no conozco,
Las nuevas caras que no suenan.
Y mi cuerpo siente dolor,
Mi alama se desmalla,
Y todo mí alrededor se inunda por olas de recuerdos,
Recuerdo que saben a mar,
Que a veces no te dejan nadar.
Pero llega la luz, el recuerdo que movió,
El motivo que me arrastro aquí.
Mis ojos brillan y se vuelve a prender la luz.
Y brilla el sol y nacen mis alas,
Y el recuerdo que me hacer acordarme de los libre,
De los que supieron,
De los que conocieron cuales fueron sus causas.
Y llega la imagen de la carta que contiene la guía,
De la línea que me recorre el cuerpo,
De esa línea que ahora desaparece,
Es aniquilada y se esfuma.
Ahora es mi ser un solo vibrado.
Parálisis finalizada, activación de los nervios,
La piel florece, lo poros nacen.
Las fuerzas, las fuerzas del ardor que nacen de esta ciudad.
Que me hacen metamorfosear,
Y a mi tímida boca le gusta,
Mis pies sienten placer,
Mis senos se divierten,
Mis cabellos se electrizan,
Y todo hace que llegue de nuevo la melancolía.
Mi tierra quedo atrás,
Pero mi nueva tierra está presente,
Llena de nuevas nuevas, de nuevos deseos.
Mis ojos se abren más que nunca,
¿Y qué quiere decir eso?
Je ne se pas, je suis perdu.
Pero me gusta estar perdida,
Me encanta no conocer,
Para que llegue lo nuevo y sorprenda a mi pecho.
Me gusta buscar,
Y me gusta sentir que no hay respuestas,
O que si las hay,
Respuestas que serán entendidas por mi corazón y no por mi razón,
Y aquí estoy con mis dos alas desplegadas,
Con mi instrumento de viento, mi cuerpo.
Sintiéndome como un pájaro libre,
de libre vuelo, pero con los pies en la tierra.
En la tierra francesa, en la tierra de París.

María Martín Muñoz